lunes, 21 de junio de 2010

Un Monsiváis para cada quien

Se fue Monsi, se despidió de su vida, pero se queda en muchos y de muchas maneras. Quienes fueron sus más cercanos, familiares y amigos, seguro lo sienten más desde el corazón, y para quienes lo admiramos como persona talentosa nos duele de otra forma.

Pero al fin y al cabo duele de alguna u otra manera porque logró ser único en su propio estilo, desaliñado, libre, sin pelos en la lengua. Pero la gran lección para muchos fue su gran sencillez a pesar de su gran erudición.

Me caía bien aunque a nadie le importe que me caía bien, porque siempre fue congruente hasta el final, hasta sus últimos días.

Me pongo a imaginar que pudo haber imaginado estos meses cuando se debatía entre la vida y la muerte en la cama de un hospital. Habrá imaginado así como fue su funeral?, tan emotivo?, con mariachis, organillero, gritos de apoyo, discursos de despedida, visitas a su féretro en Bellas Artes tan de distintos cortes?.

Puede ser que si, yo lo he hecho y es inquietante ver a las personas que posiblemente asistirán a nuestro funeral, sus actitudes, imaginar sus palabras, sus lágrimas recorrer sus rostros, recordar anécdotas y al final, dejar huella en cada uno de ellos.

A Monsi, lo vi cuatro veces en persona, yo aún estudiaba en la UNAM, en la misma Universidad de donde el salió y a la cual amaba, como yo, la respetaba, como yo, y la defendía como yo. Estaba por ahi del 6to semestre de la facultad cuando lo ví en Tlalpan 3000 afuera de las instalaciones de Televisa Radio, justo cuando iba abordar su micro, bajé la ventana delantera de mi bocho, y le pregunté si le podía dar un aventón... respondió que si, la plática fue breve como breve el trayecto, me dio su teléfono y un "tal vez" como respuesta a una invitación para dar una conferencia en la UNAM.

La segunda fue en 1997, cuando por primera vez en la ciudad de México se eligió jefe de gobierno, había ganado Cuauhtemoc Cárdenas y el fue esa noche al Zócalo, entre las miles de personas concentradas ahi, el dibujaba una sonrisa complaciente en su rostro, lo saludé y me regresó el gesto.

En el año 2 mil cuando se llevó a cabo la primera caravana zapatista, gracias a Amado lo conocí, me llevó a un lugar en San Cristóbal de las Casas Chiapas para comer tacos, estaba gente de Proceso, entre ellos la hija de Julio, Maria, estaba Ricardo Rocha, y reporteros que cubrirían la nota y ahi estaba el, Carlos Monsiváis, pidió sus tacos de sesos y una coca cola light, recuerdo bien que yo no comí nada, que pena pero es que para tacos yo solo como de bistec.

Lo observé, la platica entre todos giraba en torno al movimiento zapatista, fue una gran día aquel, por primera vez vi al subcomandante Marcos y miles de sus seguidores. Otro día platicaré acerca del sub.

Y la última vez lo vó en 2007, Monsi, caminaba a paso lento sobre Avenida Juárez, casi frente al Hemicilo, yo venía de la librería El Sotano, dese lejos lo ví, y pensé que tenía que saludarlo, aprovechar la casualidad vaya, y decirle algo. Llegado el momento cuando cada vez estaba más cerca de el, solo atiné a decirle, "buenas tardes don Carlos, ¿como está"?, el simpático me sonrió y me extendió su mano, le respondí el saludo y cada quien siguió su camino.

De su obra recuerdo ue "Por mi madre bohemios" un super clásico, aveces me hacía desesperar me perdía entre sus ideas, pero me gustaba leerlo. De sus libros no leí ni la mitad de ellos, pero de los que leí hallé grandes historias que me hacían volver a leerlo. Sin duda era lo suyo y lo hacía tan bien.

Desde este humilde espacio, mi despedida Monsi, aunque tu perpetuidad segurá en casa con tus libros y tus historias que supiste contar como nadie. descansa en paz.

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