martes, 19 de enero de 2010

¡Ay ti!

Que fuerte lo de Haiti, sobra describir todo lo que las imágenes han dicho por si solas. Lo único que me resta implorar desde mis adentros es pedirle a la vida que mitigue tanto sufrimiento, ninguna nación lo merece.

Esta situación de Haiti, me hizo recordar la vez que mi amiga N y yo viajabamos en el metrobus, creo que la había acompañado, sino mal recuerdo a alguna oficina de Manpower a dejar su curriculum. Estábamos en la estación de Hamburgo, cuando a lo lejos vi que venía un morenazo, de 1.85 mas o menos, delgado, simpaticón. Se paró justo cerca de mi amiga.

Para no hacerles el cuento largo, mi amiga lo había conquistado, el tipo no hallaba como hablarle sin hacerme el feo a mi, jajajaja, así que soltó la primera pregunta, solo para comenzar la plática. "Hola, ¿a dónde vas?" dijo con acento francesón, ella dijo "a mi casa" y de ahi surgieron otras preguntas con el paso de los minutos.

Abordamos el transporte y la plática prosiguió; como siempre yo y mi afán de practicar idiomas cuando veo un extranjero, le pregunté de dónde era y que idioma hablaba, al saberlo la lengua no me paró para hablar con el en francés, lle escuché un acento fuerte y diferente al de Francia. Resulta que era de Haití, si, de la mismísima isla de Haití.

En algún momento tomó su celular y llamó a un amigo, para preguntarle una palabra que en español no recordaba el nombre, y es que la plática nos llevó a hablar de comida, quería explicarnos una receta típica de su país, que llevaba calabaza.

Al final, antes de despedirnos, le pidió su teléfono a mi amiga, ella se lo dio sin más ni menos y nos alejamos reiéndonos por el pegue que tenía, y es que la verdad mi amiga tiene unas curvas peligrosas que no duda en mostrar sin mayor recato.

De ahi la invitó a salir un par de veces, vivía en Narvarte aunque luego el susodicho de nombre Glodel se fue a vivir a Polanco.

Mi amiga, que vivía en ese entonces conmigo, estaba aburrida un sábado y yo otro poco, eran de esos días en que no hay plan para el sábado en la noche y solo estás pensando donde ir a salir a echar una copa, o de plano quedarte a ver una pelicula. Pero, de printo, sonó su teléfono, era el haitiano, la invitaba a una fiesta, obvio yo me apunté y que nos vamos por ahi en una de las calles cerca del Angel de la Independencia.

Llegamos a Lago Guadalquivir o Rhin, la verdad ya no me acuerdo y bueno, al menos diez haitian@s, en la fiesta más otros diez mexican@s, resulta que trabajaban en su mayoría en la embajada de Haití en México.

Cocinaron comida de allá, basada en carne y papas, además de una bebida típica que no recuerdo su nombre, es más ni la probé. El ambiente estaba muy bien, música gapachosona también de Haití, gente alegre, aunque cierto blof entre algunos, en especial de una mexicana de esas que se arreglan el cuerpo y la cara, que son "rubias" y si no las voltean a ver los hombres se deprimen, que hueva!, además tal cual, tenía mucha basura en l cerebro, decía que las mujeres indígenas no tenían a sus bebés en un hospital porque no querían no porque no hubiera hospitales en sus comunidades, así que de plano la evité toda la noche.

Como buena periodista, comencé a hacer algunas preguntas pero sobre todo a observar y hacer plática a los haitian@s. De la pared colgaban algunas fotos, una de ellas de George Bush con Leslie quien ostentaba el mayor cargo de los presentes en la embajada de Haiti. Ni duda había que era gente pudiente de la pobre isla.

Provoqué temas políticos y les dije que a que aludían que su país era tan pobre y jodido en muchas cosas, la respuesta, tocó ámpulas y no se hizo esperar, Leslie dijo que las cosas iban mejorando paulatinamente, obvio yo opinaba lo contrario.

El departamento donde vivía el solo, costaba 20 mil pesos la renta al mes, amueblado, un estilo elegante y nada sencillo, cocina amplia, un gran baño, 2 recámaras amplias, vaya lujo para un haitiano en México.

Total que mi amiga se unió a la plática y los estaba avasallando diciéndoles que vivían increiblemente en México y la gente de su país en la pobreza, pero al final, si en algo estuvimos de acuerdo es que así es la diplomacia, se vive bien aunque se venga de un pais mísero, la verdad es que esos puestos son meramente políticos más que de soluciones.

Lo cual me hizo recordar cuando conocí a Rafael Macedo de la Concha en Italia, un 15 de septiembre de 2005, a todas margaras se la pasaba allá el señor, después de su fallido intento junto con Vicente Fox de acabar con el peje. Ese día el general echó la casa por la ventana, mariachis, tacos, mole, tequila, cerveza, vaya festín entre los "rich rich" mexicanos que viven allá.

Volviendo al tema, la amistad con los haitianos trascendió un par de meses más, yo acababa de regresar del otro lado del charco, (Europa) y andaba buscando trabajo, así que tiempo tenía y me dejé agazajar por las invitaciones diplomáticas que los haitianos me hacían con relación a las demás embajadas, fue así que conocí en su momento al embajador de Canadá, de Israel, de Chile entre algunos otros, brindis y brindis y pocas nueces.

Incluso en uno de esos magnos eventos los medios de comunicación fueron invitados, el maestro de ceremonías era un francés que tiene un programa en radio, bueno hace mucho que no lo escucho pero era bastante bueno, y fue ahi cuando por primera vez vi un microfono de radio Trece, había ido a cubrir el evento Rosalba Amezcua, claro ni ella ni yo nos conociamos aún.

Mis rumbos nunca habían sido cerca de Polanco, que snob, pero en ese tiempo no salía de ahi, sobre todo del restaurante Au Pied de Cochon, de comida francesa, o el Aguila y Sol de comida mexicana.

Entre las platicas, Leslie, decía tener un hotel en Puerto Rico y aludía a tener mucho dinero, lo decía como para ver cual era mi reacción, pero eso a mi nunca me ha interesado y a las pruebas me remito, así que perdió toda esperanza. La verdad es que el tipo me caía muy bien, pero eramos hechos para ser solo amigos pasajeros, quizás solo el tiempo que le restaba estar en la embajada.

El tiempo pasó y mi amiga y yo les perdimos la pista, sin embargo ahora con el temblor que hubo, no chisté en escribirle un correo a Leslie para preguntarle por el y por su familia, ojalá todos estén bien, hasta hoy no he tenido respuesta. De pronto me pregunto si de todos los haitian@s que conocí alguno habrá muerto si es que regresó a su pais, o si su familia está a salvo, no lo sé.
Las vidas se cruzan en el camino y después uno no sabe donde van a parar.

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