viernes, 11 de febrero de 2011

Si, otra vez Carmen...

¿Cuando había salido la presidencia a aclarar “ciertos rumores” entorno a la figura presidencial?, ¿alguien tiene un dato similar?, me refiero al hecho de que su particular, Roberto Gil Zuarth haya salido al paso de lo que en la prensa se puso en la mesa de las opiniones sobre el supuesto alcoholismo de Calderón.

¿Qué intentó hacer? ¿Aclarar que el presidente no es “borracho”?, lo quiera o no, la presidencia, se puso de frente a los medios y tuvo que aclarar lo que sigue hasta hoy como un rumor.

Este como otros ha sido uno de los efectos que provocó una pregunta legítima de la periodista Carmen Aristegui, queramos verlo o no, esto ha provocado la ira presidencial.

Ahora, hasta este viernes 11 de febrero de 2011, la pregunta sigue al aire, ¿regresará Carmen el lunes a trabajar en MVS?. El grueso de sus radioescuchas tanto los afines como los no afines esperan que la respuesta sea positiva. El resto, lleno de ardidez, envidia y más, rezan para que no sea así.

Cito a una periodista que escribió sobre Carmen lo siguiente y como la ven algunos de sus colegas, famosos ellos en TV y radio:

“Carmen Aristegui es el recuerdo de todo lo que ellos no son capaces de ser, ni de hacer. Les molesta que su integridad, su dignidad, su honestidad y congruencia, existan, porque es un recordatorio permanente de cómo ellos se han sometido por necesidad, ambición, comodidad o cinismo, a sus empresas y a los gobiernos”. Mejor explicado no puede estar, agrego yo.

En lo personal lamento que se antepongan las fobias personales sobre el hecho mismo. No lamento el que existan opiniones diversas a favor o en contra de su forma de hacer periodismo, lo que si lamento es la saña con la que se mueven muchos en los medios, periodistas que a la vista de todos se han doblado ante el poder, que incluso son marionetas, eso si, convertidos en “voces autorizadas” para erigirse como líderes de opinión.

El caso Aristegui, ha venido a destapar la desunión del gremio periodístico, pese a contadas excepciones, con calidad moral y periodística probada, ejemplo de ello, Javier Solórzano y Miguel Ángel Granados Chapa, por contar a los más conocidos.

Y esto de la desunión duele y cala, porque da cuenta de que las compras del poder llegan hasta los periodistas, que sin exhibir el precio por el que fueron coptados, hoy se mueven a sus anchas y sin que nadie pueda replicar, porque no hay pruebas por lo menos tangibles, aunque en sus espacios el precio se ve desde lejos con varios ceros a la derecha, algunos más otros menos.

Yo, desde esta humilde trinchera, deseo con todo entusiasmo, volver a escucharla de nuevo el lunes y aunque el panorama sea complicado para ello; la esperanza muere al último.

Si no regresa, tenemos la obligación de seguir informándonos, como hasta hoy que ella no está, sobre todo de medios impresos serios, en los que los periodistas “de a pie” nos cuentan las cosas como son.

De la radio hay una gama amplia y con diversos enfoques, que siempre ha valido la pena seguir escuchando, los ubicamos, y son periodistas respetados como personas e informadores.

De la tele, me abstengo. Aunque no hay que cerrar los ojos a que sin más ni más es el medio que más llega a las multitudes y que más “informa” a los mexicanos.

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