lunes, 25 de octubre de 2010

Hasta luego Humberto

No se si fue su último correo, no se si me anunciaba su despedida, me dio un consejo, me detalló como se sentia, como vivia el dolor desde dentro, como los dolores no le dejaban dormir; como el vértigo de pronto le venía.


Jorge dice que se despidió en ese correo. Yo de momento no lo sentí así, pero me dejó impactada, sus palabras escritas me llegaron al alma, me hicieron llorar frente a este teclado, no supe que escribir y dejé pasar un par de días, cuando por fin pude escribirle, el ya estaba en el hospital, pensé en que cuando abriera de nuevo su correo por lo menos le arrancaría una sonrisa y me diría que volvió para reponerse en casa.


Y es que el parte médico del Siglo XXI lo habia desahuciado, pero tanto el como su esposa simplemente no lo creyeron, él incluso me expresó un dejo de incredulidad ante ese cruel diagnóstico, y quien iba decirlo, solo fueron días.


Luego recibí la llamada de una gran amiga de ambos, para avisarme, sin decirme nada me lo dijo, lo escuché en su voz, esa voz que le conozco cuando sus ojos se ponen vidriosos y su corazón tembloroso. Humberto se había ido esa mañana de jueves 21 de octubre. Se me vinieron a la mente tatas cosas y tantos momentos. Hasta la primera vez que nos presentó una amiga que teníamos en común.


Y como se fue sin despedir, comenzaron los mensajes, ya sea por las redes sociales y luego por el periodico y luego me imagino que cada quien lo recordó a su modo. Hubo quienes se citaron con el cuando lo alcanzaran, otros lo situaron ya en el cielo, alguien más dijo que andaría por Nueva Orleans, el caso es que me queda claro que cada quien lo sintió a su manera, hay quienes no lo conocieron más que de un saludo, pero quisieron ser parte de los mensajes que hoy se guardan por decenas en su face.


Yo fui una de las que pensó firmemente que en algún momento volvería a verlo, por eso, porque no estaba preparada me dolió más, pensé que volvería a verle sus ojos y escuchar su particular voz acompañada de su risa, que me diría lo feliz que era al lado de Olivia y Gael, porque vaya que fue feliz a su lado.


Humberto me enseñó algunas lecciones de vida, ahora que ya no está y también cuando estaba. No me admira que tantas personas, tan diferentes, lo hayan querido y estimado tanto, que haya despertado en cada uno sentimientos diversos, pero todos para bien, no cualquier mortal lo logra, comos tan complicados. En cambio el era tan sencillo, tan práctico, siempre con su libreta en una bolsa del pantalón de mezclilla por lo general negro. Eso si, el calor siempre lo hacía sufrir, sudaba y sudaba y aveces se le salían unas gotas de su copete despeinado, pero que más daba, adoraba a su pueblo de Madera como le llamaba en nuestras conversaciones a Cancun.


En el tiempo que estuvo en el DF, según me contó, le encantaba Coyoacan, caminar por las calles del Centro, tomarse un buen café y por supuesto el clima era lo que más le gustaba. Me imagino que pasó momentos muy duros, los tratamientos son fuertes, pero ha de ver disfrutado igual de alguna manera esta etapa al lado de los que amaba y de los que aún lo aman.


Yo en lo particular me quedaré con tantas y tantas palabras que intercambiamos, que pláticas aquellas!!, algunas frente al mar, otras en cualquier lugar, en las palapas, en cualquier parque, lo importante era verse y desarreglar más el mundo con nuestros rollos que alomejor no llegaban a ningún lado, ah pero como nos divertían al final de cuentas.


El siempre me confesaba cosas, buenas o malas, depende el punto de vista; era de plano muy sincero y francote, no sabía decir mentiras, por eso siempre acababa contando todo lo que traia dentro.


Era una persona a la que podías querer ràpidamente, que contaba historias paralelas a la realidad, chistes de humor oscuro, que sabía ser feliz pese a lo que pensaran los demás. Que escuchaba cosas que solo el podía decir de donde las sacó, aveces música estridente, sin aparente sentido.


No se diga las lecturas, yo siempre le decía en broma que el había escrito "El extranjero" de Albert Camus, con todo y sus teorías del absurdo, pero al final prevalecia el poder darle un sentido a la vida cualquiera que este fuera.


De política ni hablar, nos la pasabamos riendo de los políticos, no dejabamos titere con cabeza, fueran nacionales pero sobre todo locales, daba lo mismo el personaje, de pena ajena y "ahi andabamos atrás de ellos correteando la nota", como si siquiera supieran hablar bien, o tuvieran grandes ideas, o simplemente tuvieran algo importante que decir o informar, por eso luego acababamos riendonos de nosotros mismos...


Después de ver, justo un día después del suceso, a uno de sus grandes amigos, del que una de sus frases favoritas era "M-me produces arcadas"!!, (se lee en su face) coincidimos en que fue un tipazo, al que si tuviera hoy enfrente le estrujaría en un abrazo lleno de gusto.


Mientras tanto Jorge insiste en que H. se despidió de mi. Y es que: "pese a todo, ando de buen humor", fueron las últimas palabras que me dio y las cuáles llevaré siempre presentes.


Hasta luego humberto!!!, hasta siempre!!!